4.30am. Era la hora de partir, inconvenientes lograron que mi salida se retrasara por un par de horas. El camino era largo pero nada comparado como la espera del ansiado día.
Estaba allí, dando mi primer paso en la metrópoli capital recorriendo metros entre la gente que impedía el paso para salir y llegar a mi destino.

Tecnología hubo que sirvió para localizar a quienes vería ese día, nos reunimos en la estación más cercana al medio de trasporte más parecido a una oruga implorando que el día no terminara tan rápido. Llegamos a la guarida, desempaqué y salimos sin rumbo.

Recuerdo que mientras caminabamos, nos detuvimos frente a un Ángel dorado enorme... al parecer era un boulevard importante, lo noté al no ver cerca algo que nos refugiara de carrocerías en movimiento. Al fin lo logramos. Jesús, Conrado, José María y yo ahora sabíamos a dónde ir.

Un buen citadino, al ver que entrabamos en duda decidió ayudarnos en nuestra travesía. Le dijimos con exactitud lo que estabamos buscando, pensé por un momento que su acercamiento parecía un poco inservible pero con seguridad nos guió a donde quizás podíamos conseguir lo que buscamos de improvisto.

Recorrimos pequeños cuadros de concreto, entre gente pseudo europea, cámaras y reportajes televisivos frustados, murales que contagiaban sentir a ese cuarto elemento y de nuevo estaban ahora sin movimiento esas carrocerías que no tardamos en ver.
Sí, todo estaba frente a un gran hotel con ligero aspecto inglés. Era una señal.

No desesperamos a las afueras de aquel mítico edificio, gente entraba y salía como si de un hormiguero se tratara, al fin pudimos observer uno de los 4 seres que pondría magia a aquella noche de martes. No supimos con exactitud el paradero de los otros tres, pero seguramente no estaban lejos. Varias personas desconocidas que, casualmente, tenían los mismos gustos musicales.
Coincidencia o no, ellos también emprendían el mismo deseo que nosotros, hasta que alguien, con voz de informador nos dió alerta de que una segunda persona estaba a la vista y muy próxima a nosotros. Corrimos, fue un reflejo instantáneo sin importar el objeto/persona/u obstáculo que estuviera en el camino, hacía allá ibamos.

Estaba en nuestro camino un jóven, con traje negro, muy elegante que era el encargado de resguardar la seguridad del edificio que no permitió que alguna persona perpetrara ni siquiera un paso hacía la entrada. Una foto no fue suficiente para convencerlo.

Cada vez más cerca de nuestra cita, vimos que las 4 personas de nuestro objetivo pasaban frente a nosotros, no supimos que hacer, si decir hola, amedrentar guardianes del orden o simplemente verlos ir. Un saludo y varios alaridos eufóricos fueron suficientes para ser vistos nosotros antes que a más de cincuenta y cinco mil personas más tarde. Fue el medio segundo más grato.
Recorrimos de nuevo el camino de donde veníamos, sólo para despedirlos, pero al parecer no fue suficiente motivo como para lograr detenerlos.

Sin éxito por algún signo pictográfico deseado regresamos a la guarida donde estaba nuestro acceso para encontrarlos de nuevo, ahora más lejos y con personas en medio que no permitían un acercamiento pleno.

Al fin, llegamos a donde sucedería el cataclismo, un poco de comida no enlatada pero muy de la calle permitió que nuestra estadía fuera sin complicaciones gástricas.

Gente esperando pacientemente, a que alguien de los asistentes tuviera accesos de más y buscando quien pudiera compensar su compra, señoras que al no poder evitar su ignorancia y su probable poco conocimiento del idioma inglés modifica el nombre del grupo. Pequeños libros que contenían traducciones mal realizadas y biografías inexistentes era parte del cáos que se vivía a pocas horas de la resistencia.

Torniquetes que controlaban la entrada de personas, mercancía que, al contrario de lo que dicen, lo barato salió mejor, mujeres con el brassiere al aire, eran elementos que daban color a lo que se aproximaba peligrosamente.

Cansados del largo trayecto un poco desviado del objetivo, decidimos sentarnos para esperar cerca de 90 minutos para que empezaran loa acordes de lo que se puede comparar sólo con el Apocalípsis.

Las luces se habían ido, todas y cada una... Era una falsa alarma. Algo parecido a un pequeño conjunto musical estaba presente frente a las mismas personas que venían por el pez gordo. Pasaron desapercibidos y de nuevo se hacía presente el vocablo inglés muy malo que dió paso a que todo quedara listo para el gran momento.

De nuevo las luces apagadas, no podría ser otra broma sino todo lo contrario. Seres caminaban por una escalera interminable mientras otros caían.... todo se volvió rojo, se veían en pantallas enormes a quienes dedicamos tiempo y lugar de manera proporcional a los meses antes de lo que pasaba en aquel momento.
Lasers, luces, circulos, banderas, armónicas, guitarras, golpes, arrimones, celulares, personas y zapatos perdidos, suerte para encontrar accesos, un setlist tan deseado, música, baile... Todo en perfecta sincronía. 4 personas lograron que miles estuvieran ahí, sólo para ellos. cincuenta y cinco mil entregando todos y cada uno de los gritos más profundos, gastando todas las energías que tuvieron, y que increíblemente recuperaron en un lapso no mayor a 5 minutos.
El fin era inminente, la armónica en mano avisaba el final de tan excitante noche. Y estaban allí, muchos caballeros luchando por sobrevivir, aunque les costara la vida.

Brincar, saltar, cantar, golpear, son verbos en infinitivo que terminaron cuando dijeron "We love you Mexicou" o lo más parecido que esto pueda sonar.

Regresamos a la guarida sedientos, con la curiosidad de saber si aún contabamos con nuestras extremidades, deshechas, cansadas.

Así terminó la espera del día. EL DÍA.